Desde hace mucho tiempo atrás que la misma iglesia católica buscaba una reforma, aunque la reforma que se buscaba no incluía realizar cambios en la doctrina sino solamente en las costumbres y tradiciones; una gran problema que la iglesia había enfrentado fue el conocido con el nombre de “la cautividad babilónica de la iglesia”, época cuando los papas por presiones políticas de los reyes franceses residía en Aviñón, después de que aparentemente se había resuelto el problema de la cautividad de la iglesia, en cambio no se había resuelto el problema de la simonía y la corrupción del clero.

Ante los grandes problemas que enfrentaba la iglesia, desde el siglo XIV ya había personas que no estaban de acuerdo con las prácticas de la iglesia católica, personas que anhelaban una reforma más radical que no solo incluya las tradiciones y costumbres, sino que se realice una reforma doctrinal. Entre ellos el inglés John Wycliff (1320- 1384) que desafiaba la autoridad del Papa, censuro el culto a los santos y reliquias, así también el checo Juan Huss (1370 – 1415); la muerte de Juan Huss dio como consecuencia las guerras husitas; Girolamo Savonarola (1452 - 1498) que en sus sermones atacaba a la corrupción que había en la sociedad, el abuso de los nobles y la misma corrupción de la iglesia.

En 1515, León X deseoso de terminar la basílica de San Pedro y no alcanzando el dinero, imaginó obtenerlo por la concesión de indulgencias a quienes enviasen una suma con destino a la mencionada construcción. Los dominicanos fueron los encargados de hacer la propaganda en Alemania, con disgusto de los agustinos que quedaron excluidos. Además, para abreviar trámites, se confió la gestión financiera a los Fugger, banqueros de Augsburgo que le dieron un carácter puramente comercial.

Contra ello levantó su voz Martín Lutero (1483-1546) y el 31 de octubre de 1517 en la ciudad de Wittenberg, Lutero publicó un escrito que contenía 95 proposiciones contrarias, no solamente a la venta de las indulgencias, sino también al principio en que se basan. Siguiendo su campaña sostuvo controversias públicas con teólogos y redactó en alemán diversos panfletos. Su doctrina y el movimiento provocado por ella constituyó el luteranismo.

Al principio el Papa León X no le dio demasiada importancia al hecho atribuyéndole a una simple rivalidad entre los dominicos y los agustinos, pero en 1520 condenó las ideas de Lutero y lo amenazó con la excomunión, en diciembre de ese mismo año, Lutero apoyado por sus seguidores quemó públicamente el documento en el que se le hacía partícipe de dicha decisión. El papa respondió haciendo efectiva la amenaza de excomulgarlo.

Carlos I de España recién designado como emperador de Alemania con el nombre de Carlos V, deseoso de evitar una guerra civil reunió una asamblea, la dieta de Worms (1521) y citó a Lutero quien asistió provisto de un salvoconducto. En dicha asamblea se le intimó a que se retractara de sus publicaciones, y que confesara estar en un error, y ante su enérgica negativa se le condenó a morir en la hoguera como hereje. El elector de Sajonia impidió el cumplimiento de la sentencia, llevándolo secretamente al castillo de Warthurgo donde quedó escondido por un año.

Durante su permanencia en dicho castillo tradujo la Biblia al idioma alemán, trabajo que fue impreso y obtuvo enseguida enorme difusión. Lutero para asegurarse el apoyo de los nobles, proclamó la necesidad de quitarle a la iglesia sus bienes de Alemania, consistentes en palacios, bosques, aldeas y vastos campos fértiles con una extensión total de una tercera parte del territorio. Sus exhortaciones fueron rápidamente escuchadas, pero los pequeños nobles y los campesinos quisieron participar en el reparto originando una doble guerra civil en la que ambas clases fueron aplastadas y al final las propiedades pasaron a manos de los reyes y príncipes. Las guerras inspiraron una tentativa de arreglo, a ese efecto la segunda dieta de Spira propuso en 1529 el reconocimiento de la Reforma en los lugares donde se había implantado, con el compromiso de no intentar llevar a otros lados. Seis príncipes y dieciocho ciudades protestaron de tal limitación; el nombre de protestantes se generalizó para designar a los disidentes. Al año siguiente se reunió de nuevo la dieta de Augsburgo el 25 de julio de 1530 para seguir las gestiones conciliatorias; ante ella los partidarios de la Reforma expusieron con precisión los puntos de su doctrina en un documento conocido como la Confesión de Augsburgo, credo de la iglesia protestante.

La Confesión fue rechazada por la dieta y por el rey Carlos V; los príncipes protestantes formaron una alianza en 1531, llamada la liga de Esmalcalda y se reanudó la guerra civil hasta el año de 1555 que es cuando se firma la pacificación de Augsburgo que resolvía reconocer el luteranismo, aceptar el despojo de los bienes eclesiásticos con el compromiso de respetar en los sucesivo las nuevas propiedades de la iglesia y declara que la religión de cada pueblo sería la de su soberano.

El movimiento protestante se expandió por los estados escandinavos más con fines políticos que religiosos, de la misma manera se expandió a Francia e Inglaterra, donde dio lugar al calvinismo y al anglicanismo.